Así he quedado después de operarme el tumor: con la teta tuerta. Tengo la
cicatriz lateral que arrastra significativamente el pezón hacia la axila. La
otra teta sigue su evolución natural y, a los cuarentaypico años es la gravedad
la que le arrastra hacia el suelo.
Con lo que han sido mis tetas! esas dos prendas preciosas,
sensibles, orgullo de mi fisonomía, tesoro reservado a mis escasas conquistas,
motor de apertura automática a libinidosas sensaciones …
Ahora, vistas de frente, recuerdan los ojos de Enrique Villen
o Fernando Trueba: estrábicas, bizcas, tuertas.
Saber que puedes perder las tetas hace que te plantees cosas.
Marimacho toda mi vida, las tetas fueron culpables de que andase toda la
adolescencia encogida, empeñada en ocultar esa marca visible que dice “tu no
eres un chico, fuera”. Luego, cosas de la vida, haces las paces con tu cuerpo y
aunque tampoco les di mucho protagonismo, supieron estar y hacerse valer en las
distancias cortas.
Ahora, a la teta herida la cuido como a un gato abandonado,
con mimo pero con distancia porque sé que todavía la puedo perder. La cicatriz
es una presencia en un lugar sensible y simbólico, qué duda cabe; pero –al
igual que mis compañeras- me niego a aceptar que ahí resida la feminidad.
¿O es que acaso
la masculinidad reside en lo huevos?
Rosso
jajaja....muy gráfica tu entrada!me siento totalmente identificada. Primero escondes las tetas y luego , haces las paces y se convierten en tu arma de seducción. Ahora , sin tetas, me repienso y vuelvo a amar mi cuerpo .
ResponderEliminarPero esta vez es diferente. Con tetas era leíble. Ahora,en esta sociedad , mi cuerpo es extraño....dónde reside la seducción???
¿La seducción?, en lo diferente. DE TODA LA VIDA!
EliminarNos pasamos el día reivindicando las minorías y, cuando nuestra "realidad" nos aboca a una minoría, nos asustamos y queremos ser gregarias y engordar la manada con nuestras actitudes...
No. Lo diferente no será perseguido por las Masas.
Ni falta que nos hace.