martes, 28 de mayo de 2013

Volver



Después del cáncer, la vida no es igual, pero viene a ser lo mismo. Así acaba el cómic Alicia en un mundo real, de Isabel Franc y Susanna Martín. (perdón por el spoiler)

Mi vida está en eso, ahora.

Como una goma estirada que cuando la sueltas vuelve dando bandazos a su posición de partida. O como despertarse de un sueño profundo y que sea martes y te prepares el mismo desayuno para volver al mismo trabajo, la misma gente, el mismo horario.


Cuando el médico en la consulta te invita a sentarte, cierra tras de si la puerta y sacando unos papeles del sobre dice “tengo malas noticias” empiezas a sumergirte en unos estados mentales que van desde el “esto no puede estar pasando”, al “que no sea grave, que no sea grave”,  pasando por “¡cuando acabará todo esto!” Y, finalmente, “¡quiero que vuelva mi vida! mi normalidad...”

Entre medias, hay un punto en el que piensas que has sido la elegida, como si hubieras sido tocada con alguna varita mágica, seleccionada entre un millón de candidatas. Tú entre todas. 
Y entonces te sientes especial. 
Es un pelín perverso, lo sé, pero la mente fabrica ese tipo de pensamientos porque necesita creer que hay un plan preestablecido donde todo lo que se está pasando tiene un sentido. La idea de que Alguien más grande que tú tiene un plan exclusivo para ti -aunque tú no sabes cual es-, te relaja. Dejas de focalizar la energía en lo mucho que te duelen las articulaciones y empiezas a elucubrar "¿Cuál será el plan?", "Igual me tengo que tomar las cosas de otra manera", "¡esto tiene que servir para algo! En cuanto esté bien ¡Voy a cambiar!" y lo crees firmemente e incluso te haces un plan que prometes seguir a rajatabla.

Pero luego vas recuperándote, vas cogiendo fuerzas. El pelo crece, el veneno se va. Te acostumbras a la cicatriz. Te sientes pletórica, llena de energía por todo el cariño que has recibido....
Poco a poco vas dejando de ser ese ser especial que tenía tantas cosas que cambiar y te acomodas en la inercia de la cotidianidad. Ya has luchado bastante en la enfermedad ¿por qué luchar más? Para cambiar ¿qué? ¿Qué era? Ya ni siquiera te acuerdas.
Vuelves al punto en que estabas antes de la visita al médico. Más consciente de la futilidad de la vida, pero al mismo punto de partida.

La goma que se había ido estirando recupera en un zis zas su tamaño original. 
No es igual que al principio -se ha dado un poco-, pero en definitiva, viene a ser lo mismo.

Rosso

4 comentarios:

  1. Pues discrepo un poco...hay cicatrices que te muestran los pasos caminados...cicatrices en tu mente, cicatrices en tu cuerpo, cicatrices en tu alma.....sabias cicatrices que te enseñan a no olvidar! (y no hablo de recrearse en lo dolido sino empoderarse con lo aprendido)....solo hay que saber escucharlas.....las oncogrrrls me enseñan algunas maneras.....

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    1. Si. Y gracias a las cicatrices el olvido de todo lo pasado no es total, al menos en mi caso.
      Es la cicatriz la que me alerta y ayuda a tomar consciencia de que quiero estar viva, no sólo respirar....
      Pero en ese tomar consciencia de la vida, veo que no hay grandes diferencias en el antes y el ahora. Diferencias de bulto, me refiero: trabajo en el mismo sitio, misma relación, misma gente, mismo "enelfondosigosinsaberquéquiero",... a eso me refería!

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  2. Ay kerida, por fin te encuentro. Me lo estoy pasando teta, nunca mejor, con este blog. Cualquiera te planta a ti el pañuelito rosa, gernikesa meva!!!!
    Coméntanos algo sobre la Jolie, porfa. Bárbara ella (que puede), ahora dice que se va a extirpar los ovarios preventivamente.
    A ver si nos encontramos.
    muuuuuuaaaaaaaks

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  3. Nenaaaaa.....ke ilusión re-encontrarte!!! Pues sí,del lacito rosa hasta las no tetas!!!!! Va, vamos pensando en una pa la angi.....
    Se te echa de menos en la red!!!!!
    megamuxu potxola!!!!!

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